jueves, julio 18, 2013
María Inés Narváez Zuluaga de Jiménez Visita en 1964 el hogar de su hermano Conrado Narváez Zuluaga, en Fontibón Cundinamarca.
María
Inés Narváez Zuluaga (1913 – 1987) en su centenario (1913 –
2013)
Fue
un rostro familiar cuando por los años de 1964 María Inés Narváez
Zuluaga de Jiménez realizaba una visita a su hermano Mayor Conrado
Narváez Zuluaga, en la ciudad de Fontibón (Cundinamarca). Inés
estuvo acompañada de su hijo Ivan Jiménez Narváez, en aquellos
años estudiante seminarista, y dos de sus hijas: Libia Jiménez
Narváez y Alba Jiménez Narváez.
Dios
guarde este hogar, dijo la tía Inés.
La
Casa Hogar de los Narváez Zuluaga, para Inés y sus hijos, fue como
su propia casa. Rodeada de todos los Narváez, recibieron amor
familiar, enseñanza por parte de su hermano y tío Conrado, y el
acogimiento de todos los jóvenes Narváez, sobrinos y primos. Las
gratas vivencias evocadoras de la época en el hogar paterno y en
aquel pueblo llamado Fontibón jamas se olvidan y creo con toda
certeza que de igual manera les quedó marcado a los Jiménez
Narváez. Ya Alba, en nuestra ultima charla telefónica hace unos
días, recordaba esa inolvidable visita.
Testimonios
de un sobrino, el menor de los Narváez.
Rondaban
mis 10 años, rememoro
las vivencias con el
amor
de la tía Inés, en esta visitas, que dejó huella en mi infancia,
recuerdo, en un contexto y dimensión humana, las alegrías vividas
en su entorno, su sonrisa, que repentinamente volvía al tono serio,
solemne, con el que quería trasmitir lo que significa para ella
estar en casa de su hermano mayor. "En mi casa se rezaba el
rosario después de cenar y se hacia lo habitual: pedíamos por los
seres queridos, por las personas que no tienen la suerte de poseer un
sitio tan agradable como el nuestro donde estar”, luego se leía la
Biblia y se hacia un conversatorio referente a lo leído. Si,... en
nuestra casa teníamos una capilla que nuestro padre construyó en un
lateral de una hermosa terraza, la presidía el sagrado Corazón de
Jesús como recordando el núcleo central de la fe cristiana y en
otro ángulo, la virgen del Carmen, la patrona de nuestro padre y de
los abuelos, ya que ellos habían criado a sus hijos en el Carmen de
Viboral, Antioquia. El entorno estaba lleno de macetas de diferentes
tamaños, la más grande de casi 3x4 metros, lleno de plantas que nos
alegraban el día a día y el pasar de esos años vividos en el
entorno familiar. El mejor momento de aquellas noches era cuando, al
terminar el rosario, se jugaba un bingo y al que llenara su lámina
con el riguroso grito !Bingo!, de premio le regalaban un bocadillo
veleño acompañado con un queso pera, que al final le venían
repartiendo a todos los presentes, pero era un orgullo ser el primero
y fuera de eso ganador de esa noche de bingo. Rememoro en especial
aquel premio, llevaba un añadido en los días que estuvo Inés con
nosotros y era ese gran amor de tía que jamás olvidare.
Las
grandes vivencias que uno afronta durante la niñez, no solo a mi en
particular sino que creo a todos mis hermanos por aquellos años, la
visita de Inés que nos acogió con un calor especial. Inés nos
trasmitió amor, cariño, ternura y caricias durante los días que
estuvo en casa. Ya han pasado 49 años, pero qué son los años
cuando cada uno de los Narváez Soto al ver las fotos rememora cada
segundo que la tuvimos tan cerca, presente y que ahora con el hilo
conductor de los recuerdos. “Homenajeamos el centenario 1913 –
2013 de Doña Inés”.
De derecha a izquierda: Conrado Narváez Zuluaga, María del Socorro Narváez Soto, Alba Jiménez Narváez, Inés Narváez Zuluaga de Jiménez, Arturo Narváez Soto, Alberto Narváez Soto, Jairo Narváez Soto, Libia Jiménez Narváez, Fernando Narváez Soto, Ivan Jiménez Narváez y Hugo Narváez Soto. Fotógrafo Cesar Narváez Soto.
Fontibón
de los años 60
Edificio
y hogar de los Narváez Soto construido en varias etapas: una primera
en 1955 y posteriormente otras sucesivas en los años 63-64 y 65.
Sólidamente construido en base a columnas, con grandes espacios
abiertos y terrazas con muy buena luz. Un total de cuatro pisos en
placa de concreto y ladrillo solido con fachadas en tabletas de
piedra amarilla. Ubicado en una de las esquinas de la entrada de
Barrio Villemar, por aquellos años Fontibón era un pueblo al
occidente de la capital, con su propia nomenclatura. En esa esquina
convergían la calle primera con la avenida segunda, avenida de dos
direcciones con árboles centenarios que daban sombra y frescor todo
el año, que oxigenaban la atmósfera y reducían la contaminación,
hoy en día talados por esa cruzadas de la administración local para
eliminar zonas verdes del casco urbano transformándolas para uso del
coche particular. Esta avenida terminaba en las vías de tren. Era
nuestra pequeña alameda en el barrio. Toda una entrada al pueblo,
que era la antigua carretera principal, como si fuese la prolongación
de la famosa avenida Jimenez de Quesada, fundador de la ciudad de
Santafé de Bogotá en 1538, si se sigue en línea recta hacia la
capital de distrito. Durante
la colonia sirvió como tránsito para las recuas de mulas y de
viajeros entre Santafé
de Bogotá
y
el Río
Magdalena, cuando
era fluvial.
Fue un clásico lugar para apearse, descansar y asearse antes de
tomar la ultima recta hacia el antigua Santafé de Bogotá. De
aquella
época se conservan, alrededor de su plaza central, edificios de
estilo español como la iglesia, la casa de los nobles, casa de los
viajeros y la Estación
de Fontibón,
estación del ferrocarril construida a principios del siglo XX,
constituye testimonio mudo abandonado del transporte férreo en
Colombia. Si,... los trenes hacia el occidente hacían allí en
Fontibón su primera parada después de salir de la antigua estación
de trenes de la capital, que quedaba sobre la avenida Jiménez. El
sistema férreo colombiano fue a comienzo del siglo 19 un próspero
trasporte público, igualmente
competitivo
por aquellos años con el tren que salia de las estaciones de Madrid,
Roma, Londres, Buenos Aires o Caracas. Hoy en día en estas ciudades
amplían las vías de trenes, modernizan los vagones como en otras
capitales y países del mundo. Aquí en Colombia es una fotografía a
blanco y negro de una prosperidad que se quedó en el pasado. Una
fotografía de un gigante moribundo. Las vías del progreso en
Colombia están abandonadas, férreas, fluviales y viales.
En
Fontibón se encuentra el Aeropuerto
Internacional El Dorado,
construido por los años 50, y el aeropuerto hoy en día es tan
competitivo y despegan los aviones como despegan de los aeropuertos
de Madrid, Roma, Londres, Buenos Aires o Caracas. El hasta entonces
municipio de Fontibón es anexado 1954 al Distrito
Especial de Bogotá,
en el año 1977 se establece como alcaldía menor y la constitución
política de 1991 lo convierte en localidad de Bogotá.
El Edificio Narváez
fue el primer edificio de 4 plantas construido en Fontibón, años
mas tarde es construido otro edificio pero este cerca de la estación
del tren y en donde se regentó una panadería llamada Girardot
durante muchos años. En el área de Fontibón hoy en día quedan
pocas veredas. La mayor parte se encuentran al sur de la localidad
cerca al Río Fucha y Río Bogotá. Toponimia:
Durante la época precolombina recibió indistintamente los nombres
de Hyntiba,
Hontybón,
Ontibón,
Fontibón,
probablemente derivado del nombre del cacique o la gente que lo
habitaba, este último fue adoptado desde su fundación hispánica en
1545.
UBICACIÓN
DEL EDIFICIO en la actualidad.
Calle
17 Carrera 96c, edificio de esquina
Calle
17 N- 96c08
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